Una vez más no puedo dormir, el calor me cagó de nuevo y estoy rodando en mi cama pensando en huevadas…
“será a propósito??”
“qué es ese ruido?”
“me demoraré mucho es volver a dormir?”
El insomnio de verano es el peor de todos, en el que cambias de posición sobre el colchón como si eso fuera a hacer que respires mejor. Ahorita tengo un ventilador de iones negativos que me da a la cara y solo me seca los ojos que ya están de por sí vidriosos.
Mañana cuando esté en la oficina quedándome jato solo pensaré en esta cama que ahorita odio por lo caliente que se puso. Mañana cuando me hablen y yo solo mire como zombie voy a odiar todo lo que en este momento no me deja dormir (incluyendo al maldito zancudo que se posará sobre mi oreja apenas tenga sueño de nuevo).
Ayer fue San Valentín, ese día que me ha traído tantas discusiones en el pasado… ese invento marketero que siempre odié y traté como al día de la secretaría, con indiferencia. Entre otras cosas, que este año haya sido fin de semana largo (con puente incluido) para mucha gente me ha hecho detestarlo. Y sí, supongo que eso tampoco me deja dormir, a veces soy envidioso.
Quiero dormir y no puedo… intentaré otra vez.
(foto tomada en Disney París, de esas noches en las que tampoco pude dormir, pero por razones más felices.)
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