Bienvenidos y gracias por leer
Ha pasado mucho tiempo desde mi último post, estoy muy entretenido en Salamanca y no se me ocurría qué escribir. Hace unas semanas estuvimos por las BEEEEEllas tierras italianas y vivimos cosas que me fueron imposibles dejar de contar.
No voy a hablar del viaje en general (al menos hoy no), quiero hablar del inicio…
Como siempre, soy la persona más suertuda del mundo, un día antes del viaje a Italia algo me cae INCREIBLEMENTE MAL y termino con la huacha más floja que la consciencia de Alan García (alguien dijo leche enci??). Me pasé toda la mañana tomando té para subirme a un bus de 3 horas sin baño, casi lloro, no quiero decir más.
Mis amigas y compañeras de cuarto(y vida) tampoco la estaban pasando muy bien, una sufría de dolores abdominales (no diré más), la otra pasaba por el síndrome pre-menstrual y la última, bueno, ella siempre feliz.
Llegamos al aeropuerto en Madrid, por suerte no tuvimos ningún derrame y todo parecía estar bien. Luego de varias horas pudimos salir rumbo a la tierra de la pizza y el helado.
Pues bien, bajamos del avión, salimos del aeropuerto, subimos a un bus hacia la estación de tren. Estábamos en Roma, eran las 10:00pm aproximadamente y la idea era ir a Venecia, dormir esa noche en el tren, no teníamos hotel.
“¡NO HAY TREN PARA ESTA NOCHE!” pues si, parece que debemos dormir en la estación, yo de muy mal humor, con mi cámara canon enredada en mi cuello esperaba a que mis ojos se cerraran. Las chicas se reían de la tragedia y las calles parecían alguna calle mal cuidada del callao, yo me sentía extremadamente inseguro (Italia no es lo que se imaginan). Luego de unos momentos aparece una carrito con 4 policías que, en una mezcla de español-italiano-alemán, nos dicen:
“no pueden dormir aqüí, estacione prohibida, peligroso, si duermen uno despierto, sino CANON AUFVIDESEN!”
Siendo el único varón me sentí responsable por las muchachas, así que salimos en búsqueda de un hotel (hostal) para pasar la noche. Repentinamente un hindú en terno con olor a cebolla se nos acerca ofreciendo hospedaje, “el precio? Cuánto tienen?”, Corrimos. Al no encontrar nada, un policía nos recomendó a un señor “¡OH, HOLA OTRA VEZ SEÑOR HINDÚ!”.
Por 20 euros cabeza, salimos por la puerta principal de la estación de Termini (el nombre parecía presagiarnos algo), adelantamos a los negros que dormían en las calles (nada de racismos), pasamos al lado de lo que parecía ser una pandilla de pirañitas, un camión de policía frenó a nuestro costado y se bajaron varios con palos en las manos dispuestos a limpiar las calles, el señor hindú nos decía “quick! Quick! Walk quick!”. Llegamos a una esquina, donde otro señor nos recibió, este hablaba español y nos guió a nuestro domicilio por esa noche. Cruzando la pista, pasando el basurero, entrando a la calle oscura, donde hay dos tipos fumando hay una puerta, entrando a un edificio que parece manicomio reformado, pasando el jardín marchito, subiendo por un ascensor de un metro por 30 centímetros (donde por cierto nos metimos los 5 y las maletas), si quieres violarnos y matarnos ¡este es el momento!
No pasó nada, entramos a un hostal misio pero tranquilo, en un cuarto de techo muuuuuy alto. Dormimos con la luz encendida mientras una pareja hindú tenía sexo duro en la habitación contigua.